La violencia contra las mujeres es una violación de los derechos humanos. Las agresiones contra las mujeres no respetan fronteras, culturas ni niveles económicos. Está directamente vinculada a la desigual distribución del poder y a las relaciones que se establecen entre hombres y mujeres en nuestra sociedad, que perpetúan la desvalorización de lo femenino y la subordinación a lo masculino. La violencia desaparecerá cuando las mujeres dejen de ser ciudadanas de segunda y participen de forma igualitaria en la sociedad. Desaparecerá cuando dejen de estar a la cabeza de las cifras de pobreza, de las listas de desempleo o de sufrir la infravaloración de sus trabajos y los problemas de conciliación de su vida personal, laboral y pública. Desaparecerá cuando se deje de usar su imagen como objeto de consumo, cuando sus palabras se oigan con el mismo volumen que las de los hombres y cuando se las nombre y se las visibilice en todos los espacios sociales. Desaparecerá cuando exista una verdadera educación no sexista donde las niñas y los niños tengan un futuro con las mismas oportunidades. Desde 2003, 886 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas. Este drama no sólo afecta a las víctimas mortales, sino que también la padecen sus hijas, hijos, familiares y toda la sociedad en general. La violencia no es un problema exclusivo de las mujeres, las Administraciones Públicas y la sociedad deben participar en la erradicación de esta lacra. La finalidad de este manifiesto es hacer patente nuestro rechazo a la violencia machista y apoyar modelos de convivencia basados en el respeto y la igualdad.